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Etiqueta: Novela Página 1 de 2

La campana de cristal-Reseña

Título: La campana de cristal

Autora: Sylvia Plath

Género: Novela, autoficción

Editorial: Random House

Idioma original inglés

Año de edición: 2019

Formato papel

ISBN: 978-84-397-3634-9

Sinopsis

Esta es la historia de una chica que tiene todo lo que una joven puede desear en el Nueva York de los años cincuenta: una carrera prometedora, un pretendiente que estudia medicina y toda una vida por delante. Esther Greenwood ha ganado una beca para trabajar en una revista de moda en la gran ciudad y siente que por fin podrá realizar su sueño de ser escritora. Pero entre cócteles, noches de fiesta y pilas de manuscritos descubre una sociedad que repudia las aspiraciones de las mujeres y su vida empieza a desmoronarse. Esther —alter ego de la autora— se encierra en sí misma, como si estuviera atrapada en una campana de cristal: respirando continuamente el mismo aire viciado y sin posibilidad de escapar.

Opinión

Novela autobiográfica narrada en primera persona

Esta novela, de claro contenido autobiográfico (AVISO: LA RESEÑA CONTIENE SPOILERS), narra el descenso a los infiernos de la protagonista, Esther Greenwood/Sylvia Plath,  propiciado por la  crisis mental que sufre tras volver de una estancia becada en Nueva York durante la cual trabaja para una importante revista femenina de moda. Narrada en primera persona, la trama consta de tres partes bien diferenciadas.

Tres partes

En la primera se nos cuenta la estancia de la protagonista en Nueva York, que coincide con la ejecución mediante electrocución de los Rosenberg, condenados por traición. En la segunda, tras volver a casa, agotada, incapaz de digerir la intensa y a la vez frustrante experiencia vivida en la gran ciudad, Esther entra en depresión y se intenta suicidar. Por último, se nos cuenta todo el proceso desde el intento de suicidio hasta su recuperación, incluido el paso por diversas instituciones mentales.   

El título

Antes de entrar en materia, unas palabras acerca del título de la novela: La campana de cristal hace referencia la opresión que Sylvia Plath sentía al crecer en una sociedad conservadora y patriarcal que ponía trabas a sus ambiciones como escritora, ya que «el destino de una mujer» no podía ser otro que el de esposa y madre de familia. Las pocas que osaban desafiar ese destino y desarrollaban con éxito una actividad profesional o creativa  debían sumergirse en un universo casi exclusivamente masculino y se les exigía una renuncia más o menos implícita al amor y, por supuesto, a la maternidad, algo a lo que los hombres nunca se les ha pedido (ni creo que se les pida tampoco en el futuro).

Es como si observaras a través de una campana de cristal a una comunidad que funcionase tan bien como el mecanismo de un reloj y, al levantar la campana, vieras todas las personitas atareadas detenerse de pronto, tomar aire, hincharse y flotar en el flujo —o más bien reflujo— de los horarios establecidos: pobrecillos, asustados, agitando impotentes los brazos en ese viento donde flotan al azar. (…) Y, mientras sigo suspendida en el extraño aire enrarecido del hogar al que he regresado, me pregunto: ¿qué podría hacer?, ¿adónde podría ir?, ¿qué lazos tengo, dónde están mis raíces?

128. Viernes 11 de julio (1952). Diarios completos, Sylvia Plath, Alba editorial, pág  146.

Incompatibilidad entre su ambición personal y su papel como mujer

La incompatibilidad de compaginar su ambición personal con su papel de mujer en una sociedad tan conservadora llegó a su punto culminante cuando Plath y el poeta Ted Hughes se enamoraron y se casaron. Ella aceptó esa unión sin darse cuenta de las profundas implicaciones que ese hecho supondría para el futuro desarrollo de su carrera literaria.  

…junto a quien (Ted Hughes) intentó ser la poeta y la mujer del poeta, genio y musa, objeto y sujeto. Fue ingenua y aspiró a una relación entre iguales en el seno de una institución —la heterosexualidad, el matrimonio— que se definía por la desigualdad. De nuevo lo quiso tener todo, resistiéndose a elegir.

La campana de cristal. Pág. 12. Prólogo (Aixa de la Cruz)

¿Fue una ilusa?

Seguramente fue una ilusa al pensar que establecerían una relación entre iguales, algo que en realidad, y por lo que sabemos principalmente a través de los diarios de la escritora, nunca ocurrió. Más bien él se dedicaba únicamente a componer su poesía y Plath a todo los demás (cuidado de la casa, hacerle de secretaria y, solo en los ratos libres que le quedaban, dedicarse a su propia obra).

El éxito de Hughes

De hecho, hay opiniones muy fundamentadas a favor de que gran parte del éxito como poeta de Hughes se debió a la diligencia de Plath para enviar sus poemas a diversas revistas y concursos, ya que en ese sentido él siempre mostró descuido y falta de interés. El hecho de que Hughes fuera mucho más reconocido como poeta que Plath en aquel momento hizo que sintiera, a su pesar, celos profesionales de su marido.

No se puede desligar la biografía de Plath de La campana de cristal

Por otra parte no hay que olvidar que, aunque los hechos narrados suceden en 1953, la novela fue escrita en los meses inmediatos al suicido de Plath (al mismo tiempo que componía el poemario Ariel), cuando Hughes ya la había abandonado por Assia Wevill, dejando a los dos hijos de la pareja a cargo de ella. Assia también se suicidaría unos años más tarde del mismo modo que Plath, aunque a diferencia de Plath, que se cuido muy bien de mantener a sus hijos a salvo, Assia se llevó a su hija Shura a la tumba con ella. El trágico final de estas dos mujeres dice poco en favor de la faceta de Hughes como pareja (o era el hombre con peor suerte del mundo o, igual, la forma en que las trató mientras estuvo con ellas tuvo algo que ver con el suicidio de ambas). Todos estos hechos me parecen relevantes a la hora de analizar la novela, resultando imposible separar el momento vital en el cual la autora la escribió de los hechos narrados.

Esther llega a Nueva York

En el momento de su llegada a Nueva York, Esther nos hace participes de su ambición por llegar a convertirse en una gran escritora, así como del poco interés que muestra en llevar en el futuro una vida convencional como esposa y madre dedicada en exclusiva al cuidado del hogar. En ese sentido, ve la beca en la revista como una gran oportunidad de conocer el mudo editorial. Sin embargo, vemos como poco a poco, ese entusiasmo se transforma en una gran decepción, al mismo tiempo que hace que todas sus contradicciones internas afloren a la superficie: por un  lado siente que no le interesa nada ese mundo frívolo en el que se halla inmersa y por otro se deja deslumbrar por él.

Así comienza la novela:

Fue  un verano raro, tórrido, el verano en que electrocutaron a los Rosenberg, y yo no sabía que había ido a hacer a Nueva York.

La campana de cristal. Pág. 19

Unas líneas más abajo Plath añade:

No tenía nada que ver conmigo, pero no me quitaba de la cabeza qué se sentiría, cuando te queman viva por dentro.

la campana de cristal. pág. 19

Electrocución y electroshock

Con este inicio la autora liga el proceso seguido contra este matrimonio y su posterior ejecución mediante la silla eléctrica a los tratamientos de electroshock a los que ella fue sometida a consecuencia de su depresión, que nos describe de esta manera tan escalofriante:

Se hizo un breve silencia, como una respiración contenida. Entonces algo cedió y se apoderó de mí y me sacudió como si fuera el fin del mundo. Piii-iii-iiii-iii, aullaba, a través de un aire cargado de luz azul, y con cada fogonazo una gran sacudida me machacaba hasta que creía que se me rompían los huesos y la vida abandonaba mi cuerpo como la savia de un tallo roto.

la campana de cristal. pág 162

El Dr. Gordon le aplica el tratamiento en un hospital público sin ningún tipo de sedación, lo cual le provoca un trauma tan tremendo que la lleva a afirmar con rotundidad que antes de volver a someterse de nuevo a él, prefería el suicidio.  Posteriormente, la Dra. Nolan le administraría también un tratamiento similar (en una institución privada, costeada por su benefactora), pero en unas condiciones mucho más aceptables.

La enfermedad mental poco estudiada

Hay que tener en cuenta, que en aquel momento la enfermedad mental todavía era poco conocida y además no se contaba con la cantidad de fármacos existentes hoy día que son de gran utilidad, sino para la curación, al menos para el control de los síntomas.  Sin embargo, el electroshock o terapia electroconvulsiva todavía se sigue utilizando, aunque de manera bastante minoritaria y mucho más reglada y cuidadosa de lo que se hacía en los años 50 del siglo XX.

No puede ser casualidad: más escritoras con trastornos mentales

Por otro lado, si echamos un vistazo a las mujeres que acompañan a la protagonista en el psiquiátrico, nos damos cuenta de que muchas de ellas enferman porque están obligadas a adaptarse a una sociedad que también está enferma. Es el encorsetamiento al que las someten el que las hace enfermar. No  puede ser casualidad que además de Sylvia Plath —que según parece podría haber padecido trastorno bipolar—, escritoras tan relevantes como Charlotte Perkins Gilman (1860-1935) —depresión posparto—; Charlotte Mew (1869-1928) —permaneció soltera por miedo a transmitir la enfermedad que afectó a su padre y algunos de sus hermanos—; Zelda Fitzgerald (1900-1948) —fue internada en un sanatorio de Francia, donde le diagnosticó esquizofrenia—; Anne Sexton (1928-1974) —también padeció depresión posparto y trastorno bipolar—; Susanna Kaysen (1948- ) —trastorno límite de la personlidad—; Unica Zürn (1916-1970) —esquizofrenia—; Valerie Valere (1961-1982) —anorexia—; Alejandra Pizarnik (1936-1972) —depresión y adicción a anfetaminas—; Janet Frame (1924-2004) —estuvo a punto de ser lobotomizada— sufrieran también el estigma de la enfermedad mental y pasaran temporadas recluidas en psiquiátricos. Muchas de ellas, al igual que Plath, terminaron suicidándose. Hasta qué punto las circunstancias vitales de todas estas mujeres fueron un detonante o un agravante de sus trastornos mentales es difícil de decir de manera retrospectiva.

Camille Claudel y Catherine Hogarth

A esta larga lista de nombres cabría añadir algún otro más, como el de Camille Claudel, amante de Auguste Rodin y también escultora de gran talento (en un claro paralelismo con la pareja Hughes-Plath), que acabó sus días internada en un psiquiátrico, después de sufrir  una crisis al ser abandonada por el afamado escultor. Al internamiento de por vida no fue ajeno a su hermano Paul Claudel, quien vetó su salida, además de prohibirle recibir visitas en un acto final de suma crueldad, a pesar de haber mostrado claros signos de recuperación (porque sí, porque hasta hace prácticamente nada, los hombres podían recluir en psiquiátricos a las mujeres que les estorbaban, bastaba con llamarlas «locas»). Como muestra de ello, me remito al caso de  Catherine Thompson Hogarth, la esposa de Charles Dickens.

La edad madura. Camille Claudel
Camille se muestra arrodillada y suplicante ante su ruptura con Auguste Rodin

Charles Dickens, ¿misógino?

Tras darle diez hijos y soportar varias infidelidades a lo largo de más de 20 años de matrimonio, estuvo a un tris de acabar en internada en un manicomio a petición de su marido.  Aunque  al final un médico descartó que ella sufriera ningún trastorno mental, lo que frustró el deseado internamiento (por parte de Dickens, claro),  tuvo que pagar un alto precio por la separación del escritor, ya que fue expulsada de su hogar y apartada de sus hijos. Mención aparte merece la imagen totalmente distorsionada que Dickens dejó de ella para la posteridad como «débil, incapaz y culpable de la infelicidad del matrimonio», imagen que ha persistido casi hasta el momento actual, refutada a partir de la publicación de The Other Dickens: A Life of Catherine Hogarth, de Lillian Nayder en 2010. En 2019 el investigador John Bowen descubrió unas cartas de Catherine en la Universidad de Harvard que confirman plenamente las investigaciones de Nayder.

Vuelta a La campana de cristal

Volviendo a la novela, además de la amplia crítica social sobre el papel de las mujeres y el macartismo (puesto de relieve por la mención al juicio y posterior ejecución de los Rosenberg), en La campana de cristal podemos observar también un profundo cuestionamiento a los médicos, fundamentalmente varones, y la medicina del momento, muy lesiva para la salud y los intereses de las mujeres:

Después Buddy me contó que estaba bajo los efectos de una droga que la haría olvidar que había sufrido ningún dolor y que cuando maldecía y gemía no se enteraba de nada, porque estaba en una especie de sueño crepuscular.

la campana de cristal. pág. 84

Es lo que nos cuenta Esther cuando Buddy, su novio y estudiante de medicina, la lleva a ver un parto, para añadir a continuación:

Pensé que sonaba exactamente a la clase de droga que inventaría un hombre.

la campana de cristal. pág.84

Posteriormente Esther rompe con él a causa de su hipocresía, ya que mientras alaba la pureza y castidad de ella, mantiene relaciones con otras mujeres haciendo gala del doble rasero en materia sexual tan típico de la época (ambos episodios son rememorados por la protagonista en forma de flashback, ya la pareja en realidad ya ha roto la relación cuando Esther va a Nueva York).

Conclusión final

Tengo que confesar que me ha costado mucho escribir esta reseña por la cantidad de temas que quería tratar y a pesar de ser consciente de que hay aspectos de la novela por los que he pasado de puntillas, termino ya diciendo que La campana de cristal nos adentra en una parte de la biografía de Sylvia Plath a través de las vivencias de la protagonista y en una época que podría parecer ya superada. Sin embargo:

…el texto trasciende los exotismos estéticos de los años cincuenta, viaja al presente como una corriente eléctrica y nos interpela de tú a tú, sin mediaciones.

la campana de cristal. pág 10. prólogo (aixa de la cruz)

En definitiva, si quieres conocer la figura de Sylvia Plath, una de las poetas más grandes del siglo XX,  debes leer esta novela, que pese a lo escabroso de los temas que trata, está narrada de forma fluida y amena y no exenta en muchas ocasiones de ironía y cierto sentido del humor un tanto cínico. Sylvia huye del tremendismo por mucho que lo que nos cuenta son situaciones y hechos en ocasiones muy dramáticos.

Todo va a mejorar-Reseña

Título: Todo va a mjorar

Autora: Almudena Grandes

Género: Novela, distopía

Editorial: Tusquets

Idioma: Español

Año de edición: 2022

Formato papel

ISBN: 978-84-322-3792-8

Todo va a mejorar

Sinopsis

España en un futuro próximo. Un nuevo partido político llamado Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya! ha arrasado en las elecciones. Quien lo dirige en la sombra es un empresario de éxito que propugna que el Consejo de Ministros funcione como un consejo de administración, y que tiene proyectos ambiciosos para arreglar el país. Tras una ola de vandalismo, formará un nuevo cuerpo de Vigilantes, tras un Gran Apagón creará un acceso limitado a internet, y, ante las dificultades, estimulará la libertad ilimitada de compras y consumo. Todas ellas serán medidas extraordinarias porque el país se enfrenta a nuevas formas de pandemia que exigen velar ante todo por la seguridad. Solo un grupo de mujeres y hombres corrientes se atreverán a desmontar las mentiras del nuevo régimen en el que todo aparenta mejorar, cuando en realidad se vive bajo los abusos de poderosos sin escrúpulos.

Opinión

No me ha calado como me hubiera gustado

Lo primero que tengo que decir es que tenía gran interés en leer Todo va a mejorar, porque estoy preparando mi propia distopía (deseo que sea mi próximo proyecto literario) y quería saber cómo había planteado y resuelto la suya una novelista de la talla de Almudena Grandes. Sin embargo, tengo que decir, incluso a riesgo  de que mi opinión resulte impopular, que la novela no ha colmado mis expectativas y no me ha calado como me hubiera gustado. Aunque parte de una premisa interesante, con mucho potencial, los conflictos que nos plantea están tratados de una manera  superficial sin llegar nunca a ahondar en los personajes que están apenas esbozados a lo largo de todo el libro. Por otra parte, el desenlace me parece absolutamente inverosímil y precipitado. No incidiré más sobre él, ya que sabemos que la autora se encontraba ya muy enferma  y que ni siquiera pudo terminar la obra: el último capítulo lo escribió su viudo, Luis García Montero, que en el epílogo del libro nos cuenta todo el proceso de creación que siguió la novelista y cómo le dejó las indicaciones para la conclusión del mismo.

Los conflictos están tratados de una manera  superficial y los personajes apenas esbozados

Al tener claro que mi opinión no sería favorable y por ser la última novela de una escritora recientemente fallecida y tan querida por el público, me debatí sobre si escribir la crítica o no. Lo que tenía claro es que si la escribía, de ninguna manera falsearía mi opinión ni dulcificaría los aspectos negativos que he encontrado en ella. En principio, publiqué un comentario a la amplia reseña que Jacqueline Cruz, con quien estoy sustancialmente de acuerdo. Sin embargo, yo quise incidir más sobre algunos aspectos en los que ella no se había detenido o que abordó de forma más ligera, ya que lo contrario hubiera resultado mucho más extensa de lo que ya es. Tras reflexionar sobre el tema, he decidido al final darle una estructura más formal a mi comentario  y publicarlo también como reseña mi propio blog.

Me debatí sobre si escribir la crítica o no

Todo va a mejorar es una distopía sui géneris (también se podría decir de ella que es bastante ligth), ya que la sociedad que nos describe Almudena Grandes es extraordinariamente  parecida a la actual y discurre en un futuro muy próximo. De este modo, solo tuvo que cargar las tintas para llevarnos a esa España ideada por el Gran Capitán que nos resulta tan fácil de imaginar.

El Gran Capitán quiere aplicar las tácticas empresariales al gobierno del país

El Gran Capitán, alias de Juan Francisco Martínez Sarmiento, es un empresario con un excelente «ojo clínico» para los negocios, que quiere aplicar las tácticas del mundo empresarial al gobierno. Para ello diseña un ambicioso plan que le llevará años de preparación y para el que contará, siempre con sustanciosas cantidades de dinero de por medio, con las mentes más privilegiadas de nuestro país (principalmente hackers informáticos y virólogos); además se propone crear un partido político «Movimiento ciudadano ¡Soluciones ya!», que tengo que decir que recuerda muchísimo en su transversalidad (y en otros aspectos) a CIUDADANOS, pero también a PODEMOS y sus partidos aledaños.

Moviento ciudadano ¡Soluciones ya!

Aunque al principio se nos cuenta que todo es en aras de una mejor gestión económica del país y con el fin de acabar con la corrupción de los políticos al uso, nos damos cuenta enseguida de que su único propósito es enriquecerse él mismo y de paso favorecer a todos los grandes empresarios que le ayudan en el camino. Su objetivo es el control total de la población mediante consignas y eslóganes facilones, pero vacuos y para ello se apoya en una serie de pandemias sucesivas (algunas reales, otras ficticias), el apagón de Internet tal y como lo conocemos (llamado en la novela El Gran Apagón) y el desmantelamiento de todas y cada una de las instituciones del estado.

Alerta spoiler

Como no quiero extenderme más sobre la trama, diré que al principio todo le sale a pedir de boca, hasta que la gente se empieza a hartar de las arbitrariedades del gobierno —que dicho sea de paso, llega al poder de manera democrática, tras ganar unas elecciones, pero que tras dinamitar todas las instituciones se convierte en una dictadura— y surge una oposición clandestina, que es el germen de un gran cambio (ALERTA SPOLIER) que culmina con el orquestado y poco verosímil harakiri del régimen impuesto por el Gran Capitán y que nos remite directamente  a la autodisolución de las Cortes Generales tras la muerte de Franco.

¿Lenguaje sexista?

A pesar de que Almudena Grandes era considerada una mujer feminista en muchos círculos, Jacqueline ya comentó en su reseña el uso de cierto lenguaje sexista como escribir «médicos» en lugar de «médicas» al referirse exclusivamente a mujeres, lo cual a día de hoy es un sinsentido, ya que la nada progresista RAE en el uso de lenguaje inclusivo indica que la forma femenina es la correcta y que no  debe emplearse “la médico”. Yo hago otra objeción que casi me ha dolido más y es la asimetría de trato que da a los personajes en función del sexo al que pertenecen. Los hombres (que todos o casi todos tienen nombre y dos apellidos), son descritos en función de sus cualidades y pocas veces entra en el aspecto físico, salvo que sea necesario para la trama y cuando lo hace se muestra indulgente con ellos. Por el contrario, las mujeres muchas veces son nombradas con nombre y un solo apellido o veces solo con un diminutivo, como ocurre con Cuca, la mujer del Gran Capitán, que es un personaje sumamente anodino e innecesario para el desarrollo, que está puesta allí solo para decorar la vida de su marido.

Nadie que la mirara (a Cuca) con ojos de chaval de barrio, la avidez plebeya que él se había esforzado en conservar bajo su ceño de águila real hecha a sí misma, podría creer que esa muchacha de piel de melocotón, lánguida y esbelta, admirablemente proporcionada bajo un mono ajustado de seda de color burdeos, tuviera cuarenta y un años, que hubiera parido tres hijos, que no hubiera nacido rubia. Él lo sabía, pero en momentos como aquel, le gustaba complacerse en el equívoco.

Todo va a mejorar, pág. 12

Otras son descritas basándose en su atractivo físico (o carencia del mismo), por la edad (de merecer o no, etc.), en ocasiones con expresiones claramente desdeñosas cuando no directamente soeces, si bien es verdad que a veces (no siempre) pone dichas descripciones en boca de los personajes.

Su físico (de Megan García), a cambio, era intercambiable con el de cualquier otra chica insignificante, más baja que alta, más gorda que delgada, gafas redondas de montura fina, media melena de pelo castaño, ni ondulado ni absolutamente liso, y ningún atractivo particular.

todo va a mejorar, pág. 20

…(Paula Tascón) sobre el grotesco perfil de una «p» minúscula, unas tetas descomunales, adheridas como un pegote a un tronco tan esbelto huesudo como sus brazos, como sus piernas largas, finas, bonitas.

todo va a mejorar, pág. 29

…(Paula Tascón) clavó los codos en la mesa, unió ligeramente los antebrazos, y cuando el canalillo le llegaba aproximadamente a la clavícula, dijo la verdad.

todo va a mejorar, pág. 34

(Mónica Hernández) Antes de terminar de decirlo, se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, estaba dejando a la vista de cualquiera sus brazos colgantes de cincuenta y tres años de edad.

todo va a mejorar, pág. 45

Escenas de sexo a lo «Anatomía de Gray»

Otro punto que me llama poderosamente la atención (para mal) es la idealización del sexo en los hospitales, del cual presenta algunas escenas a lo «Anatomía de Gray». Como conocedora de este ambiente, no en vano me he pasado casi más tiempo en ellos que en mi casa (41 años ejerciendo la medicina), puedo asegurar que es una falsedad y más todavía durante la pandemia, en que las condiciones de trabajo eran sumamente hostiles y extenuantes. También son llamativas, por lo excesivo además de poco realistas, ciertas escenas sexuales entre algunos de los personajes por muy en la fase de enamoramiento que se encuentren. Escenas que, por otra parte, ni siquiera se pueden considerar eróticas, ya que son meramente informativas: A y B se pasan el día en cueros y fo****do como conejos por toda la casa, viene a decir (con otras palabras algo más elaboradas, pero tampoco mucho más).

Demasiados personajes

Ya, entrando en lo puramente literario,  sin dejar de reconocer que Almudena Grandes es una narradora con mucho oficio, hay cosas de su estilo que no me gustan y me voy a referir a dos en concreto:

1) El incesante desfile de personajes secundarios que no cesa hasta casi acabada la novela, muchos de los cuales no son necesarios para el desarrollo y que despistan, más que ayudan, a seguirla. Como ejemplo, algunos personajes tan solo aparecen en una o dos escenas de las casi 500 páginas de la novela. Por suerte, al final del libro se incluye una guía que he necesitado consultar a menudo durante la lectura. El exceso de personajes impide que se profundice en los mismos y en general resultan en su mayoría bastante planos. Incluso el Gran Capitán, que se supone que es protagonista de esta historia coral, o por lo menos, quien la pone en marcha, pasa a un segundo plano durante la parte central de la novela, para reaparecer únicamente al final de la misma y de manera sumamente desdibujada.

Interminables enumeraciones

2) Las interminables, enfáticas, reiterativas y exasperantes enumeraciones (no importa de qué este hablando) que se suceden a lo largo del libro (en Inés y la alegría, que es otra de las novelas de la autora que he leído recientemente, también se dan, pero creo que en Todo va a mejorar están aumentadas a la máxima potencia). Este recurso expresivo llevado tan al límite me aburre soberanamente y me saca de la trama. 

El Gran Capitán había ido apuntando en un cuaderno perfiles interesantes de activistas independientes, al menos en apariencia, que en los últimos tiempos habían defendido causas con apoyo popular. Representantes de las Kellys, de los repartidores en bicicleta, de los afectados por las viviendas públicas vendidas a fondos buitre, pero también feministas, ecologistas, portavoces de la España vaciada, padres y madres de niños con enfermedades raras, trabajadores de residencias de ancianos castigadas, o no, durante la Gran Pandemia, influencers implicadas en causas solidarias y toda una gama de pequeños emprendedores que habían alcanzado más o menos éxito.

todo va a mejorar, pág.57

No es una obra redonda

En definitiva y para no extenderme más, creo que esta última novela de Almudena Grandes, aun mereciendo la pena su lectura, es una obra que queda muy lejos de ser redonda.

Nota: todos las citas que ilustran la reseña están escogidas a propósito de las primeras páginas del libro para no caer en spoilers.  

La anomalía-Reseña

Título: La anomalía

Autor: Hervé Le Tellier

Género: Novela, ciencia-ficción, distopía

Editorial: Seix Barral

Idioma: Español

Año de edición: 2021

Formato papel

ISBN: 978-84-322-3792-8

Sinopsis

Tres meses más tarde, y contra toda lógica, un avión idéntico, con los mismos pasajeros y el mismo equipo a bordo, aparece en el cielo de Nueva York.

El 10 de marzo de 2021 los doscientos cuarenta y tres pasajeros de un avión procedente de Paris aterrizan en Nueva York después de pasar por una terrible tormenta. Ya en tierra, cada uno sigue con su vida. Tres meses más tarde, y contra toda lógica, un avión idéntico, con los mismos pasajeros y el mismo equipo a bordo, aparece en el cielo de Nueva York. Nadie se explica este increíble fenómeno que va a desatar una crisis política, mediática y científica sin precedentes en la que cada uno de los pasajeros acabará encontrándose cara a cara con una versión distinta de sí mismos.

Opinión

Ciencia-ficción, distopía

La anomalía es una novela difícil de clasificar. Quizá lo que más le cuadre sea la ciencia-ficción o la distopía. Partiendo de esta premisa tan interesante, la aparición de un avión con su tripulación y todos sus pasajeros duplicados tres meses después de su aterrizaje «oficial» en Nueva York, surge todo un despliegue de políticos, militares, agentes de inteligencia, científicos, filósofos y religiosos reclutados por diversas agencias gubernamentales para tratar de buscar una explicación plausible a este fenómeno tan singular, primero en secreto y cuando, de manera inevitable, los hechos trascienden, ante la opinión pública. De entre todas las hipótesis surgidas hay una que cuenta con más partidarios (que obviamente no voy a desvelar), aunque tengo que decir que también es la más desconcertante.  

Le Tellier nos ofrece una galería de personajes enfrentados a esta extraña situación

Por otra parte, Le Tellier nos ofrece una galería de personajes enfrentados a esta extraña situación, cada uno de los cuales arrastra su pasado, sus traumas, sus conflictos, sus miedos, sus ilusiones… Algunos de ellos no tendrán ningún problema en compartirlo todo con sus dobles, mientras que para otros no dejarán de constituir una amenaza. Entre los pasajeros de la segunda aeronave tampoco faltarán aquellos quienes contemplen los tres meses de desfase entre ellos y sus otros «yo» como una nueva oportunidad, como un punto de inflexión para enmendar errores del pasado.

El final no es rutilante, pero tampoco decepciona

Bien, hablemos del final. Cuando una novela de intriga que encarna cierta complejidad en su trama (y esta lo es, no cabe duda) me engancha, siempre hay un miedo que se me presenta: ¿estará el final a la altura del planteamiento inicial? Pues no han sido pocos los desenlaces que me han decepcionado a lo largo de mi vida. En esta ocasión tengo que decir que, si bien no es rutilante, tampoco decepciona. Eso sí, Le Tellier se podía haber ahorrado el jeroglífico final (los que hayan leído la novela saben a qué me refiero, los que lean lo averiguarán), el cual he sido incapaz de descifrar y que no es en absoluto necesario para entender el desenlace.

Lo que más me ha gustado

La anomalía es una novela imaginativa, plagada de citas (e ingeniosas autocitas de un libro titulado La anomalía que escribe un personaje de la propia novela llamado  VíctØr Miesel), ironía, frases inteligentes y fino sentido del humor, sin descender nunca a lo ramplón. Estas virtudes  han hecho que la devorase en apenas tres días.  Como muestra:

El pesimista de verdad sabe que ya es demasiado tarde para serlo.

La existencia precede a la esencia, y de largo.

Ningún autor escribe el libro del lector, ningún lector lee el libro del autor. A lo sumo pueden coincidir en el punto final

La anomalía, VíctØr Miesel

Todos los vuelos tranquilos se parecen, pero cada vuelo turbulento lo es a su manera.

La anomalía, hervé le tellier, pág.53

réplica de:

Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera

ana karenina, l. tolstoi, frase inical.

que aparece en otra  novela francesa: La elegancia de erizo de Muriel Barbery. Conclusión, a los escritores franceses les gusta citar a Tolstoi (permitidme la licencia, es broma).

Lo que menos

Pero no todo me ha gustado en La anomalía, por qué no decirlo. Peca de un exceso de teorías científicas o pseudocientíficas (mis limitados conocimientos de ciertas materias me impiden saber si algunas de dichas teorías tienen realmente una base científica sólida, aunque otras probablemente sí), siglas y anglicismos innecesarios, siempre en mi opinión, que ralentizan el ritmo. Por otra parte, la abundancia de personajes cuyas historias no son todas igual de interesantes, impide que sean tratados con la suficiente profundidad. En muchos casos se quedan en simples banalidades o anécdotas.

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?

A pesar de estas objeciones finales me parece una novela muy interesante, más allá de que sea entretenida, porque invita a filosofar sobre los orígenes del mundo y de la humanidad misma. «¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?» son las eternas preguntas que la novela de Le Tellier deja en el aire.

En el café Concordia (de La llama de la soledad)

Las casualidades de la vida

Sucede pocas veces que se describe un lugar ficticio en una novela y de repente entras en un local y te encuentras con que aquello describiste a tu conveniencia para la ficción existe casi idéntico en la realidad. Pues eso mismo me sucedió el sábado pasado, estando de firma en la ciudad de València, a la que tanto cariño le tengo.

Existe casi como tal y como lo imaginé

Entré en un céntrico café de la ciudad y me encontré con esta decoración, de la cual os ofrezco un collage y que era casi tal cual, yo la había imaginado. No tengo que decir que el susodicho café ni se llama Concordia, como en mi obra, ni está situado en el barrio del Carmen como yo lo ubiqué, pero responde con creces a mis expectativas.

A continuación tenéis el fragmento donde aparece:

Hacía tiempo que no iba por allí y me encontré con un local irreconocible. No quedaba ni rastro del Concordia que yo conocía, un café del montón con una decoración algo anticuada y que si por algo había destacado en el pasado, además de por su excelente ubicación en pleno barrio del Carmen, había sido por la simpatía de los camareros y por el buen café que en él se servía. Por el contrario, aquella tarde me encontré con un local lleno de glamur y en el que en cada rincón se rendía homenaje a los grandes actores del cine clásico de Hollywood. Según me dijo Carlos, la reforma integral había sido obra del nuevo dueño, que por lo visto era un gran cinéfilo. En cuanto me acostumbré a la escasa luz pude advertir a un Paul Newman en plenitud que no me quitaba su magnética mirada de encima desde la pared del fondo. Al lado de Newman, una arrebatadora Marilyn hacía también ojitos al público masculino. En una de las paredes laterales lucían palmito Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en una de las escenas finales de Casablanca, secundados a poca distancia por Clark Gable y Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó. Ahora mismo no los recuerdo a todos, pero había muchos, muchos más y yo estaba disfrutando como una loca de aquel nuevo ambiente tan cinematográfico. Sin embargo, las palabras de Carlos me sacaron de mi abstracción.

La llama de la soledad

De color de amapola, reseña

Después de bastante tiempo, hoy vengo con una nueva reseña. Hablamos sobre De color de Amapola, primera novela de Lola Alemany.

Título: De color Amapola

Autora: Lola Alemany

Género: Novela histórica

Editorial: Cuadranta

Idioma: Español

Año de edición: 2022

Formato papel

ISBN: 978-84-18756-64-1

Sinopsis

De color de amapola es una novela en la que se entretejen dos tramas

De color de amapola es una novela en la que se entretejen dos tramas: la de los brigadistas internacionales en Albacete, donde tuvieron su cuartel general, y la de una mujer que lucha por la exhumación de los restos de su abuelo. Es una novela en la que se relatan acontecimientos que se desconocen en torno a estas unidades militares de voluntarios internacionales en España.

Las dos mujeres que comparten el nombre de Encarna

Las dos mujeres que comparten nombre —Encarna, como si una «encarnara» o fuese el reflejo en el tiempo de la otra— están acompañadas por otros personajes inolvidables, como son las tres traductoras-intérpretes que llegan voluntarias a Albacete desde distintos países —Elisa, francesa, Eyleen, inglesa, y Gina, argentina de origen ruso—, o Gloria, abogada uruguaya, y Rosa María, bibliotecaria albaceteña.

El texto ha sido escrito tras un largo y meticuloso proceso de documentación

El texto ha sido escrito tras un largo y meticuloso proceso de documentación que no interfiere en el desarrollo de la acción. Una novela amena, con un buen ritmo narrativo, que está dirigida a público juvenil y adulto indistintamente, en la que enseguida nos encontraremos envueltos en fascinantes descubrimientos sobre nuestro presente y pasado más reciente.

Opinión

Novela histórica ambientada en la Guerra Civil

De color de Amapola es una novela histórica ambientada en la Guerra Civil Española. La mayor parte de su trama trascurre en la ciudad de Albacete, donde estuvieron concentradas las Brigadas Internacionales durante buena parte del conflicto bélico. Lola Alemany, en la que es su primera novela, nos cuenta la historia de tres brigadistas reclutadas como intérpretes —Elisa, francesa de padres españoles; Gina, argentina de origen ruso y Eyleen, de nacionalidad británica— y la relación que establecen con Paco, abuelo de Encarna —la protagonista— y chófer oficial de André Marty —dirigente del Partido Comunista Francés— encargado por la Internacional Comunista de reclutar y organizar a las Brigadas.

Historia de tres brigadistas reclutadas como intérpretes y la relación que establecen con Paco, abuelo de Encarna

La novela cuenta con dos tramas, la ya mencionada que transcurre durante la contienda civil y que está narrada en tercera persona y la otra situada en la época actual narrada en primera persona por Encarna. Ambas tramas quedan hábilmente hilvanadas cuando Encarna, en un momento de crisis personal y en contra de la opinión de su madre —hija menor de Paco a quien no llega a conocer— y de su marido decide emprender la búsqueda de los restos de su abuelo encarcelado y desaparecido al terminar la guerra.

A través de los brigadistas observamos cómo el ambiente pasa del optimismo y fervor inicial al desencanto

A través de los brigadistas observamos cómo el ambiente pasa del optimismo y fervor inicial al desencanto primero y más tarde al pesimismo más absoluto. De frases como

España sería la tumba del fascismo

página 47

o la conocida

No pasarán

página 63

que claman las multitudes cuando las Brigadas entran en Madrid, se pasa al desánimo, tras ser conscientes de la descoordinación imperante en el frente:

No se puede ir a la lucha de esta manera. Recibimos cintas de munición que eran de otro calibre No se puede mandar a la gente así sabiendo que van a morir en cuanto les comiencen a disparar

página 165

le dice un brigadista a otro, ambos convalecientes en el hospital de campaña habilitado en un hotel de Benicàssim.

La crueldad y falta de escrúpulos de André Marty

La crueldad y falta de escrúpulos del máximo dirigente de las Brigadas, André Marty, tampoco invita al entusiasmo:

Ella (Elisa) había sido testigo de cómo él (André Marty) había dado el visto bueno a lo que se denominaban compañías de pioneros y de castigo. A los brigadistas encarcelados les prometían la libertad a cambio de combatir en primera línea durante un corto periodo de tiempo. Esas eran las compañías de pioneros. Aquello era una enorme trampa. Pocos salían de allí con vida. Las compañías de castigo eran cuerpos adiestrados que se mantenían en la retaguardia y cuya función era impedir el retroceso de los pioneros abriendo fuego directamente sobre ellos, matándolos si era preciso, de un pistoletazo en la nuca.

página 190

No vacilé y ordené las ejecuciones necesarias (…) Las ejecuciones ordenadas por mí no pasaron de quinientas»

página 239 (nota al pie)

declaraciones del propio Marty recogidas por la autora.  Por último, el derrotismo hace mella total en las Brigadas cuando las tropas republicanas son vencidas en la batalla de Teruel y comienza la retirada.  Todo el mundo se da cuenta de que es el punto de inflexión antes de la derrota final.

Excelente caracterización de los personajes

La novela parte de una amplia y exhaustiva documentación. También encontramos una excelente caracterización de los personajes: por supuesto, Encarna con su crisis de los cuarenta —que es la que la incita a indagar en los secretos familiares y buscar a su abuelo, sobre el cual la familia siempre mantuvo un espeso y doloroso silencio—,  pero también la vivaracha Gina, a la que parece que estas oyendo hablar con su peculiar deje argentino, la misteriosa Eyleen, Elisa con su compromiso y su seriedad, Paco tan circunspecto, ambas Marías, la esposa de Paco siempre en un segundo plano y María hija, madre de Encarna, tan conformista con el destino de su padre, Encarnita —la tía de Encarna, hija mayor de Paco y María, personaje fundamental, ya que a través de ella se enlazan las dos épocas—, etc.

De color de amapola el alma tengo, verso de Miguel Hernández

Especial ternura me ha provocado un personaje secundario que apenas aparece, Hipólito, joven enfermizo compañero de celda de Paco y que parece un reflejo del propio Miguel Hernández, también encarcelado y fallecido de tuberculosis en la cárcel de Alicante, de cuyo poema «Sino sangriento» toma el título la novela (pág. 7).

De sangre en sangre vengo,

como el mar de ola en ola,

de color de amapola el alma tengo,

de amapola sin suerte es mi destino,

y llego de amapola en amapola

a dar en la amapola de mi sino.

Miguel Hernández, Sino sangriento

Drama humano

Además de adentrarnos en el drama humano por el que pasan Encarna y su familia, similar al de tantas y tantas familias españolas del bando perdedor, De color de amapola es imprescindible para comprender esta parte de nuestra historia bastante desconocida. 

Ordesa

Título: Ordesa

Autor: Manuel Vilas

Género: Inclasificable

Editorial: Alfaguara

Idioma original español

Año de edición: 2018

Formato papel

ISBN: 978-84-204-3169-7

Sinopsis

“Son dos verdades distintas, pero las dos son verdades: la del libro y la de la vida. Y juntas fundan una mentira”.

Una historia personal

En Ordesa, Manuel Vilas narra una historia personal con una intensidad similar a la que recorre su poesía: el pasado, el desvanecimiento de dos familias, la muerte de los seres queridos, la ausencia y la lejanía de los que ama, la España en la que vive y aquella en la que creció, los recuerdos, la sensación de desarraigo… Con una voz valiente y transgresora, mezclando realidad y ficción, prosa y poesía, el autor construye un relato en el que todos podemos reconocernos y recorre con él el camino inverso, desde el presente inequívoco hasta el origen imaginado.

Escrito a ratos desde el desgarro, y siempre desde la emoción

Escrito a ratos desde el desgarro, y siempre desde la emoción, este libro es la crónica íntima de la España de las últimas décadas, pero también una narración sobre todo aquello que nos recuerda que somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos que nos unían a los demás han desaparecido o los hemos roto. Y sobrevivimos.

Opinión

Mi interés por el libro

Vaya por delante una breve historia personal. Mi madre, a sus 87 años, continúa siendo una gran lectora (todo lo que sus maltrechas cervicales le permiten), pero este libro lo tenía repudiado. Precisamente, el repudio de mi madre hizo que se despertara mi interés por él y se lo tomé prestado. Tras leerlo pude comprender el porqué. Puedo aventurar que no fueron sus casi cuatrocientas páginas lo que la echaron para atrás. Ciertamente es un libro difícil de leer, no apto para todos los públicos, ni para todas las ocasiones, pero no por ello carece de interés, sino todo lo contrario.

Difícil clasificación

Para empezar es difícil de clasificar, ya que está a medio camino entre la novela y el libro de memorias; entre la realidad y la ficción; entre la narración y la disertación filosófica; entre la idealización y el desarraigo; entre la prosa y la poesía. Cuando lo terminas no dejas de preguntarte qué es verdad y qué es mentira en esta recreación desordenada y caleidoscópica, por momentos plasmada de nostalgia y lirismo, por momentos monstruosa y hasta escatológica en alguna ocasión, que hace Manuel Vilas de la historia de su familia (que a veces parece de lo más corriente y a veces parece completamente disfuncional, para seguir con el tema de las dualidades).

Este libro habla sobre la vida y la muerte

Este libro, que habla sobre todo de la vida y la muerte, de la memoria de los seres queridos, de la familia, de dónde venimos y hacia dónde vamos, contiene pasajes memorables a la vez que desconcertantes: “La muerte es en el fondo casi una ganancia económica, pues la naturaleza al fin te deja libre, ya no hay acción ni trabajo, ni esfuerzo, ni salario, ni éxito, ni fracaso; ya no hay que hacer la declaración de la renta, ni mirar los extractos bancarios ni consultar la factura de la luz. La muerte representa, en ese sentido, la utopía del anarquismo”.

Conmovedor y desconcertante

Especialmente conmovedor me resultó este bellísimo párrafo dedicado a la memoria de sus padres: ”Era el paraíso. Fue mi paraíso. Fueron ellos mi paraíso, mi padre y mi madre, cuánto los quise, qué felices fuimos y cómo nos derrumbamos. Qué hermosa vida juntos, y ahora todo se ha perdido. Y parece imposible”. O estos otros: Tú eras Dios. Música de Dios. Eras la música del que permanece. Todo hombre o toda mujer quiere fundar una familia.

Los seres humanos son fundadores de familias.

“Mi nostalgia es nostalgia de una manera de hablar el español. Mi nostalgia es nostalgia de un mundo sin miedo.

Abundan las metáforas y los paralelismos

El texto de Ordesa está plagado de metáforas: los colores como símbolo del transcurrir  del tiempo: del azul que representa la infancia feliz, al amarillo que aparece ya en la portada y que simboliza el paso a la madurez con  su carga de fracasos y decepciones. También abundan los paralelismos entre las vidas pasadas (los abuelos, los padres) y las actuales (el propio protagonista y sus hijos).

Androcéntrico

Por otra parte, bajo mi punto de vista, está escrito desde una visión excesivamente androcéntrica, lo que se pone de manifiesto en ciertas ocasiones. Esto lo destaco porque, como mujer, me ha resultado muy difícil empatizar al cien por cien con el personaje/narrador del libro en alguno de los capítulos. Bajo este aspecto concreto me llama la atención la admiración e idealización del el padre, cuyos pasos desea seguir hasta identificarse con todo lo que representa “todo lo que le pasó a mi padre repercute en mi vida con una precisión milimétrica. Estamos viviendo la misma vida, con contextos diferentes, pero es la misma vida”.

Su padre y su madre

Sin embargo, a su madre, a pesar de declararle un amor infinito “Hace tiempo que nadie me pregunta por mi madre. No oigo su nombre en voz alta. No me acuerdo de su voz. Si volviera a oír su voz, tal vez  creyera entonces en la belleza del mundo”, la denosta en numerosas partes del libro, sin ahorrarle ciertas apreciaciones sin duda peyorativas e incluso llega a culparla abiertamente de desencadenar con una inocente llamada de teléfono, su ruptura matrimonial; por lo visto el alcoholismo, sobre el que también se sincera en esta obra, y las múltiples infidelidades que desgrana con cierta displicencia a lo largo de varias páginas no tenían nada que ver.

Hermoso como un antiguo retrato en sepia

Ya para acabar diré que es un libro hermoso en cierto sentido, pero triste, de una tristeza que se asemeja a un antiguo retrato en sepia de una realidad, de unos seres que se fueron y ya nunca volverán a ser. Ordesa es de algún modo la historia de Manuel Vilas, mi historia, la tuya y la de toda una generación de un país llamado España y hay que concederle el mérito de haber sabido plasmarla con maestría a través de estas páginas. En definitiva, Ordesa es un libro apropiado para quien no esté ávido de una novela al uso y prefiera una reflexión pausada acerca de los temas que importan en la vida.

La luna en agosto III (1)

Tras la fuerte discusión

Tras la fuerte discusión mantenida con Alicia, Ignacio había vagabundeado sin rumbo fijo durante un par de días hasta recalar la noche anterior en casa de Emilio, su jefe además de amigo. Llegó muy bebido, a decir de él mismo con una buena cogorza, moña, merluza, melopea, tajada, curda, pedal… se podría decir que conocía todos los sinónimos de borrachera que se encontraban en el diccionario y algunos más. Le dejaron dormir la mona en el sofá y se había despertado, ya por la mañana, en unas condiciones bastante lamentables. Después de todo, se daba cuenta de que no había sido tan buena idea tratar de olvidar sus penas mediante el consumo desenfrenado de bebidas espirituosas. Abundando más en el tema, no había conseguido su principal propósito, ya que seguía recordando punto por punto todo lo ocurrido, siendo además consciente de que tan solo él era culpable por haberse comportado con Alicia como un auténtico zoquete.

Se había comportado como un auténtico zoquete

No había sido capaz de aplacar su bien fundada ira y se sentía bastante preocupado porque lo único que de verdad le importaba se le estaba yendo al garete. Solo sabía que amaba a Alicia, que era lo mejor que había tenido en su vida y que estaba dispuesto a todo con tal de que las cosas volvieran a ser como antes. No entendía cómo ella podía haberse enterado del pequeño devaneo que había tenido mientras ella se ausentó de la ciudad para visitar a su madre enferma. Su política había sido la del avestruz: cada vez que Alicia sacaba el tema él escurría el bulto, creyendo que ella lo olvidaría con facilidad; pero aquella conducta, lejos de apaciguarla, la enfurecía todavía más y terminaban discutiendo a cara de perro. Para agravar más la pesarosa situación por la que pasaba, no podía dejar de reconocer que se sentía culpable independientemente del hecho de que ella lo hubiera descubierto. No había sido fiel a sí mismo y eso lo hacía sentirse incómodo incluso cuando ella callaba, pareciéndole entonces que aquello era un mudo reproche por su parte. Se mostraba ausente y lejano porque se sentía avergonzado por su propio comportamiento y Alicia creía, de forma equivocada, que era porque se habían enfriado sus sentimientos hacia ella. El abismo que los separaba se había ido haciendo cada vez más grande.

El abismo que los separaba se hacía más grande

Lo cierto era que todo había sucedido de una forma bastante casual. Ignacio salió a tomar unas cañas al caer la noche, por ver si se encontraba con alguno de sus colegas del barrio, ya que, tras la marcha de Alicia, la casa se le venía encima. Por pura fatalidad sus amigos no estaban aquella noche. Sin embargo, se topó de cara con un pibón que no se cortó en tirarle los tejos de una forma descarada. Al principio, no fue nada más que un tonteo, sin intención de pasar a mayores, aunque a Ignacio, de manera muy oportuna, se le olvidó mencionar que tenía pareja. Ella fue muy insistente y persuasiva. Ignacio acabó seducido por su perseverancia y su indudable atractivo físico. Si alguno de sus amigos o Alicia hubieran estado cerca de él en ese momento crucial, todo hubiera sido diferente, pero ella se hallaba a muchos kilómetros de distancia y su solo recuerdo no fue suficiente para que Ignacio pusiera freno a sus instintos más primarios.

Imagen: Artbykleyton

Gajos de naranjas

Título: Gajos de naranjas

Autora: Jaqueline Cruz

Género: Erótica, romántica, feminista

Editorial: Círculo Rojo

Idioma: Español

Año de edición: 2014

Formato papel

ISBN: 978-84-9076-934-8

Sinopsis

Sara Saavedra es una profesora universitaria de 41 años que defiende obsesivamente su independencia y su libertad sexual. Convencida de que no existen las «medias naranjas», sino solo «gajos», de que el amor es poco más que «literatura» y de que, antes o del deseo, la mayoría de los hombres están a la caza de una mujer que «los cuide, los mime y les lave la ropa», Sara evita las relaciones de pareja convencionales y se limita a entablar relaciones sexuales, a menudo a través de una página de contactos por Internet. Sin embargo, cuando conoce a Raúl, la intensa atracción que él le despierta pondrá a prueba algunas de sus convicciones más arraigadas. Paralelamente, las interacciones con sus amigos Jaime y Gabriela, y con Laura, la hija de Raúl, le mostrarán otros modos de concebir la pareja, el sexo y la procreación.

Escenas eróticas y animados diálogos se aúnan en esta novela de encuentros y desencuentros que explora e invita a reflexionar sobre las relaciones afectivas en la sociedad española del siglo XXI.

Opinión

Bajo su apariencia de mujer moderna y liberada, Sara, huérfana de madre desde la más tierna infancia y sin padre conocido, esconde un alma herida. A lo largo de toda la historia, la protagonista nos sorprende con dos de sus mantras preferidos: “yo te di, yo te di, yo te di”, por lo tanto “en algún momento me vas a exigir que te  devuelva” y “todo va estar bien, todo va a estar bien, todo va a estar bien”, que representa el miedo cerval que siente ante la amenaza que para ella supondría la pérdida de su independencia (tanto económica como emocional).

Sara tiene varias cuentas pendientes con el pasado y le aterroriza “endeudarse todavía más”. Tiene cuentas con los médicos, a los que odia; con su tía y su primo, que debido a presuntas caridades pasadas, han pretendido hipotecar su vida presente y futura; con su exmarido  controlador, del que no conserva precisamente gratos recuerdos; con la ciudad de Sevilla, de la que huye como de la peste y que siempre contrapone a su Cádiz natal, que en su mente representa “el paraíso perdido” y para terminar, con algunos amantes del pasado que no hicieron sino decepcionarla por su flagrante egoísmo e hipocresía.

En este contexto es cuando conoce a Raúl. Entonces, todos los miedos e inseguridades que tiene Sara afloran de manera inconsciente y quedan reflejados en la pesadilla que revive en sueños de una manera reiterada, pero cuyo desenlace va evolucionando en un inquietante paralelismo con los avances y retrocesos de la “relación” que mantienen ambos en la vida real. Ella, que no está dispuesta a enredarse en compromisos con ningún hombre, se ve en evidencia ante su propia contradicción. No odia a los hombres, tampoco los ama y sin embargo, le gustan, los necesita y no puede vivir sin ellos. Este constituye su verdadero drama, al igual que el de muchas mujeres heterosexuales y feministas de hoy en día que no quieren verse envueltas en una relación convencional de pareja.

En definitiva, por los ingeniosos diálogos, por los planteamientos audaces de las relaciones entre hombres y mujeres y  por las numerosas escenas eróticas que aparecen aquí y allá,  esta novela constituye una lectura divertida, estimulante y amena. La recomiendo totalmente.

La luna en agosto II (2)

Llegó más rápido de lo esperado, ya que por la noche, acaso debido al cansancio acumulado, le había parecido que la distancia era mayor. En cuanto entró en el local la atendió el encargado, un apuesto y rudo muchacho. Sin duda, la presencia de Alicia debió de causarle una honda impresión. Además, en su azoramiento se le notaba la poca costumbre que tenía de tratar con forasteros y menos aún con mujeres, al menos en lo concerniente a temas profesionales. Alberto, que así se llamaba el joven, fue todo lo amable que su parquedad de palabras le permitió. A pesar de que aparentaba casi la misma edad que Alicia, mantuvo las distancias tratándola de usted:

―No, señora, no… Tardará por lo menos una semana y puede que aún se alargue…

Alicia se desplomó de repente

No pudo continuar la frase porque Alicia se desplomó de repente y hubiera caído de bruces al suelo si Alberto no hubiera tenido los reflejos a punto para agarrarla al vuelo.

―¡Toni! ¡Toni! ¡Vete corriendo a avisar al médico! ―le gritó al chico que tenía de ayudante.

Mientras, alzó en brazos a Alicia y la acomodó en el único sillón de su desangelado despacho, por llamar de alguna manera a aquel pequeño antro infecto lleno de trastos inservibles y cubiertos de un polvo más que añejo.

El pobre Alberto no se había visto en otra igual en toda su vida. No sabía qué hacer; le daba suaves palmaditas en la cara al tiempo que le decía en un tono casi suplicante:

―¡Señora! ¡Por favor! Señora… ¿Qué le pasa? ¡Despierte!

Poco a poco, Alicia fue recobrando la consciencia, pero se sentía confundida y algo avergonzada por lo que acababa de sucederle. No sabía qué decir.

Enseguida llegó el doctor

Enseguida llegó el doctor Marcilla, un hombrecillo extraño, entrado ya en años, de aspecto regordete y socarrón. Llevaba un traje de poliéster bastante corriente y desgastado en exceso, de un color beis claro. Prescindía de la corbata, lo más probable a causa del excesivo calor. Quizá ese también era el motivo de que llevara la camisa ―algo ajada, aunque de un blanco inmaculado y sin una sola arruga― con el botón del cuello desabrochado. En conjunto su atuendo resultaba bastante anticuado, al igual que sus modales, haciéndole parecer recién salido de una película costumbrista de los años sesenta. Toni lo había localizado en la pensión, donde tenía por costumbre desayunar todas las mañanas. Por supuesto, María ya lo había puesto al corriente de la accidentada llegada de la forastera la noche anterior y, al parecer, sin ahorrarse ningún detalle. La sometió a un somero examen y no apreció ningún signo digno de reseñar. Tan solo le encontró la tensión algo baja. No obstante, le recomendó que se pasara más adelante por la consulta para realizarle un reconocimiento más exhaustivo. 

―¡Ah…! Por cierto, hágase también una prueba de embarazo; puede que con eso sea más que suficiente ―añadió al despedirse, mientras le guiñaba un ojo.

Con la trasnochada mueca

Tal vez con la trasnochada mueca pretendiera hacerse el simpático. Sin embargo, el efecto conseguido fue justo el contrario y las últimas palabras del médico dejaron a Alicia todavía más desconcertada. En ningún momento de su vida había planeado ser madre, en cierta medida por la oposición que había mostrado siempre Ignacio y que ella había terminado por asumir como propia. Se daba cuenta, si era sincera consigo misma, de que nunca había pensado de forma seria en el tema. Pero ahora la cuestión le surgía de golpe, en el momento más inoportuno, cuando su relación con Ignacio hacía aguas por todas partes y estaba intentando darle un nuevo sentido a su vida. «No puede ser verdad lo que me está ocurriendo», se repetía una y otra vez, como si de una letanía se tratase. Se haría ese maldito análisis, que saldría negativo ―estaba segura―, le arreglarían el coche, saldría zumbando de este pueblo perdido adonde había llegado por puro azar y retomaría de nuevo su vida en el punto en el que la había dejado hacía tan solo veinticuatro horas.

Continúa

Imagen Ryan McGuire

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