Cada noche es un desierto

que atravieso en soledad.

En el que me creo la única existente,

en el que pierdo la esperanza

de que una vez más

me vaya a rescatar el sol de la mañana.

Sé que me aguarda un túnel oscuro

en el que me adentraré mientras (des)espero.

Quiero apartar de mí estas tinieblas

que me envuelven en la agonía.

Trato de olvidarme de mí, de todo.

Olvidarme y perderme en ese espacio

que se me antoja como un pozo sin fondo.

Sé que luchar no sirve de nada:

es mejor dejarse vencer hacia lo hondo

sin oponer resistencia.

La espera será así más llevadera

hasta que un tenue rayo de luz crepuscular

me libere de la noche sin fin.

La aurora, sin embargo, tampoco es hermosa…