Hoy mi entrada en el blog sale con un día de retraso porque entre unas cosas y otras ayer no tuve tiempo para escribirla. Lo cierto es que fue un día especial por dos motivos fundamentales porque era mi sexagésimo segundo cumpleaños y porque tuve mi primera firma tras la pandemia de Covid. Y qué mejor manera que hacerlo en la Fnac de Alicante.
Ganas a la vez que miedo
Por un lado tenía muchas ganas de reencontrarme con las lectoras y los lectores, ya que no había tenido ningún tipo de contacto durante varios meses y se me hacía muy raro. Por otro, lo cierto es que me daba un poco de medio por cómo me iba a encontrar el ambiente: ya sabéis las mascarillas, los geles desinfectantes, la distancia, etc. Porque hay que reconocer que esta pandemia nos ha cambiado la vida y, desde luego, para peor. Sin embargo, me sorprendió la gran afluencia de público que hubo a lo largo de todo el día y todo se desarrollo de una forma mucho más sencilla de lo que yo esperaba. Como es natural estoy muy agradecida a todos quienes confiaron en mí y se llevaron mis relatos para leerlos y disfrutar de ellos.
Un día grande
Pero ayer no solo fue un día grande porque retomé las firmas sino que además, como ya mencioné más arriba era mi cumpleaños. Al estar todo el día en la Fnac se hacía difícil organizar una celebración privada en casa. Mis hijos y mi nuera (por ahora la única que tengo) tuvieron la genial idea de invitarnos a comer a mi marido y a mí en un japonés del centro. Fue una maravilla y una gran satisfacción sentir que esos niños a los que criamos con tanta dedicación, a los que intentamos educar con esmero se han convertido en HOMBRES de provecho, que, además, como hermanos están unidos, se quieren y se apoyan.
Orgullosa de mi familia
Sí, ayer la satisfacción por una firma de libros quedó eclipsada por la estampa de una mi familia, la mía, totalmente unida y de la que me siento inmensamente orgullosa.
Además de la entrañable comida familiar me obsequiaron con esta preciosa orquídea.