Con el Mediterráneo ardiendo en el infierno, que no recuerdo haber pasado más calor en mi vida, hay pocas ganitas de sentarse al ordenador a escribir. Pero se me quedó en el tintero contaros por qué me considero a mí misma inoportuna. La razón es muy simple: todo en mi vida lo he hecho a destiempo. Siempre he llegado a todas partes demasiado pronto o demasiado tarde. O, simplemente, cuando las circunstancias no eran las más apropiadas.
Todo en mi vida lo he hecho a destiempo
A lo mejor se trata de una percepción mía y nada de esto fue verdad Tal vez no no fue verdad que me gustara leer cuando aún no había aprendido; que me quisiera casar antes de terminar la carrera; que criara a mis hijos a una edad en la que debería estar divirtiéndome; que llegara a todas las modas a destiempo y que en mí naciera una vocación literaría bastante tardía.
Estoy donde quiero
Pero no os preocupéis, amigos y amigas, porque esta historia tiene un final feliz. En mi madurez, por fin siento que es el mejor momento de mi vida; que estoy donde quiero y haciendo lo que me gusta: escribir y que solo aspiro a tener el tiempo suficiente para decir todos los versos y contar todas las historias que viven en mí.
Los versos y las historias que viven en mí
Y dicho esto, os abandono durante unos días porque me voy al norte, en busca de otro mar más fresco, de un lugar en el que una manguita sea bienvenida y donde el calor de la madrugada no me haga saltar de la cama a una hora intempestiva para alguien que se encuentra de vacaciones.
Voy buscando el norte
Nos vemos a la vuelta.