Como sabéis hace poco que estrené la página y me hacía mucha ilusión empezar con esta sección, en la cual, siempre que me parezca y dentro de un caos muy bien organizado, a mi imagen y semejanza para ser más exacta, contaré cosas personales. Por supuesto que aquellos que no deseen conocerme en esta faceta un poco más íntima están exentos de leer este apartado, si es que así lo desean.
A los que no me conocen, la idea igual no les resultará tan sorprendente. ¿Qué hay de raro en que una autora escriba un diario? En realidad, nada. Supongo que muchos colegas lo hacen. Es un ejercicio extraordinario. Entre otras ventajas ayuda a aclarar la mente, confiere destreza en un oficio tan difícil como es la escritura y cuando las ideas flaquean y se necesita un texto nuevo siempre se puede tirar de él para salvar el compromiso.
Nunca antes conseguí llevar un diario
Pero amigas, amigos, yo soy yo. En los sesenta años que tengo jamás he conseguido perseverar en ello por más veces que lo haya intentado . Apenas escribía dos o tres veces seguidas en aquellos diarios de mi infancia tan chulos, con su candadito dorado y todo. Siempre encontraba algo más importante o más urgente que hacer. Y al cabo de unos pocos días se me había olvidado lo que con tanta ansia me había propuesto y el pobre diario terminaba perdido para siempre por cualquier rincón de la casa.
La tecnología moderna va a serme de gran ayuda. Es verdad que no escribiré en un cuaderno de florecitas con un candado muy cuco y eso desmerece un poco la idea de llevar un diario. Pero a cambio jamás volveré a perderlo. Mis palabras permanecerán para siempre en la red y aunque pase tiempo sin escribir siempre podré retomarlo en el punto exacto donde lo dejé.
Escritora inoportuna
En cuanto al título, lo de «diario de una escritora» no necesita mayor explicación, pero algunos os estaréis preguntando a qué viene lo de «inoportuna». Y no os falta razón. Pero eso ya lo explico el próximo día.
Deja una respuesta