Escritora

Categoría: Poemas de andar por casa

Vientos de octubre

El otoño tiene siempre un toque nostálgico y a mí me da por escribir algún poema que otro. Aquí va una pequeña muestra.

En el breve crepúsculo

los vientos de octubre

despeinan

la quietud de mis versos.

Arremolinan las palabras

las agitan en un caos

de nubes y lluvia fina.

Si al menos lloviera

El ajetreo de la vida, las preocupaciones, la indolencia, qué se yo, llevaba muchísimo tiempo sin escribir un poema, pero hoy se ha producido este pequeño milagro y me he acordado de que soy poeta y he compuesto este poema dedicado a la lluvia.

Si al menos lloviera

aunque tan solo fuera

sobre el patio trasero de mi corazón

ahí donde arrumbo los rencores que me estorban,

que me lastran y me impiden ser un alma pura,

quedaría vivificado, dispuesto, joven de nuevo,

sin el resabio de los años vividos.

Si al menos lloviera

aunque tan solo fuera

sobre mis resquebrajados labios

el agua se llevaría consigo este polvo que me ahoga

y mi voz ahora pastosa, apenas un murmullo, se volvería clara,

audible y serena y podría decir con orgullo

mi oración laica, mi oración a la vida.

Si al menos lloviera

aunque tan solo fuera

sobre mis manos ya tan inútiles y cansadas,

el agua fresca les devolvería el vigor de los años pretéritos

la fuerza de sus caricias, la vanidad de sus actos,

la pericia perdida, la fineza de sus rasgos,

y las pondría al servicio de mil causas perdidas.

Oda al insomnio

Cada noche es un desierto

que atravieso en soledad.

En el que me creo la única existente,

en el que pierdo la esperanza

de que una vez más

me vaya a rescatar el sol de la mañana.

Sé que me aguarda un túnel oscuro

en el que me adentraré mientras (des)espero.

Quiero apartar de mí estas tinieblas

que me envuelven en la agonía.

Trato de olvidarme de mí, de todo.

Olvidarme y perderme en ese espacio

que se me antoja como un pozo sin fondo.

Sé que luchar no sirve de nada:

es mejor dejarse vencer hacia lo hondo

sin oponer resistencia.

La espera será así más llevadera

hasta que un tenue rayo de luz crepuscular

me libere de la noche sin fin.

La aurora, sin embargo, tampoco es hermosa…

El remiendo

Las lágrimas que no vertí
enturbiaron mi mirada
opacaron mis ideas
anegaron mi alma.

Pero no quise mirar atrás.

Las lágrimas que no vertí
se me colaron por las grietas
buscaron en vano
la salida por mí vedada.

Pero no quise mirar atrás.

Las lágrimas que no quise llorar ayer
hoy me revientan por las costuras
y no me queda otra que parar
a remendarme las entrañas.

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